Es notable, es asombroso de que manera nos dejamos engatusar por lo que venden los medios y vamos poco a poco atrofiando nuestro sistema sentipensactivo, formado, como cualquiera sabía hace pocas décadas, por los órganos de los sentidos, el celebro con todas sus circunvalaciones, la amígdala (que es como las que se inflaman con la angina pero diferente, porque es inoperable) y sobre todo, la capacidad de actuar haciéndose cargo de lo que uno hace (que depende de la existencia de códigos internos, que no sé dónde están, algunos dicen que los tenemos en la frente pero del lado de adentro).
Pasé las últimas dos horas de mi vida intentando convencer a un paciente adulto de que la metafísica NO IMPLICA ponerse en manos de nadie (aunque sea Lic. En Psicología de la Universidad del Gran Otro) para que este profesional le abra y lea los Registros Akáshicos, Cito:
"El terapeuta se abre a la información contenida en los Registros Akashicos del paciente y se permite mirar y decir aquello que le llega directamente a través del chacra coronario, siendo sostenida por el chacra cardiaco. No es lectura psíquica, ya que no se usa el tercer ojo."
Tal vez lo que me falta es fe, porque yo no tengo tercer ojo, amén de ciertos ojos ciegos innombrables..
Mi paciente entiende todo en un nivel elemental. En el último encuentro, le dije (aunque no es mi estilo enunciarlo así), que tal vez era necesario salir a busca su modo de "ser en el mundo" y de "ser con los otros" en ciertos condicionamientos infantiles (podría haberlo dicho más en lacanés, pero me gusta así, qué le voy a hacer). A su regreso, me dijo que estuvo averiguando para hacer terapia de regresión. "A vidas pasadas", acoté yo. El dijo que no, y me obligó a buscar la pagina a la que deseaba llamar (para exponerse a la estafa) para que pudiera caer en cuenta de que lo que él llamaba "metafísica" era "metachantada". Y no le pongo ni le saco valor de verdad (que no es mi intención creerme dueña de ella), pero yo no dejaría que ningún desconocido venga así como así a abrir mi registro akáshico secreto ni mi tercer ojo pudibundo.
Parece que me hubiera ido de tema, pero no tanto. A mi paciente (un niño de casi cincuenta años) le vendría bastante bien hacerse cargo de su propia vida, en lugar de vivir depositándola aquí y allá, a la espera de que alguien le dé la TAN ANSIADA VERDAD.
Pero hoy es muy difícil pensar con otros, si no racional, por lo menos lógicamente. Si yo leo en voz alta que "para la terapia de regresión a vidas pasadas no es necesario creer en la reencarnación", y el otro no comprende ni siquiera la contradicción ahí presente... es porque siento que todo esto es un engañabobos y a los bobos les encanta dejarse engañar, así pueden vivir sufriendo, proyectando y diciendo "yo no fui".
En fin, Ni idea de lo que dije, o de si tiene algo que ver acerca del sentido de la vida y la unidad del ser. Pero, no obstante, tengo la impresión de que las explicaciones sirven de muy poco para uno mismo, y sin embargo, es necesario aprender a explicar y a explicar de mil maneras diferentes, porque a lo mejor hay alguna palabra, una sola, que provoca conmoción en el otro y lo hace cuestionarse el modo como venía pensando y viviendo hasta el momento.
Tal vez sea lo mejor de este momento, esa esperanza difícil de poder ayudar a cambiar una vida. Tal vez eso justifique mi existencia toda. Tal vez... tal vez los filósofos en serio puedan llegar a asustarse un poco de ciertas manipulaciones (pero respetuosas) que hago de Sartre, de Heidegger o de Platón, sobre todo en el marco terapéutico: pero siempre aclarando que se trata de mi lectura sostenida en la ignorancia. Pero si funciona para que alguien esté mejor, qué me importa.
Y bueno, creo que ese es parte del sentido de mi existencia, hoy en día: el saber que, aunque dentro de 50 años no me recuerde ni el loro, tal vez hoy estoy evitando una cadena de tristezas, depresiones y engañifas que estallan ahora pero seguramente se propagarán de generación en generación.
Algún gracioso definió alguna vez a una psicoanalista como a la mujer a la que alguien (un paciente) le paga para que se mantenga callada durante al menos 45 minutos, y le permita hablar. Yo aviso de antemano que mis sesiones pueden durar más, y que de ninguna manera me mantendré callada cuando siento que tengo algo para decir.
¿Me fui de tema? Puede ser, en eso soy especialista.... :-)))
Pero aún así, tal vez haya podido dar vueltas a la idea fundamental: creo que no se trata tanto de pensar ni de explicar (a partir de la misma explicación o el mismo arjé se pueden formular universos diferentes) sino de sentipensar lo que se vive y vivir lo que se sentipiensa.
Y bueno, eso. |
